1_Una pieza en el rompecabezas de una ciudad latinoamericana. Francisco Arnulphi
2_También soy un edificio. Agustín Rennella
1 E4_Francisco Arnulphi
º Posicionamiento, intenciones y fines:
Los principales fines e intereses del ensayo,
es poder interpretar capacidades de otros arquitectos para poner en evidencia
soluciones arquitectónicas que funcionen como herramienta a la hora de diseñar,
tanto en entornos favorables y desfavorables, arquitectónica, económica y
socialmente, que se pueda aprender y difundir nuevas formas de construir a
partir de ver intencionadamente soluciones que nos rodean en cada momento, con
una mirada crítica y creativa. En este ensayo la Casa
Estudio Refugio Urbano Berzero Jaros, atravesada por un pensamiento
social-artístico del diseño arquitectónico en un país inestable económicamente
y contextualizada en una estructura urbanística muy desigual.
º Título:
Dado que el enfoque es el impacto social de
la arquitectura en una ciudad latinoamericana a través de la calidad de diseño
y la sustentabilidad, el título elegido es Una pieza en el rompecabezas
de una ciudad latinoamericana. Ya que el énfasis estará puesto en la
calidad de diseño de la vivienda construida por Berzero y la en relación con la
compleja problemática económico social de la ciudad latinoamericana.º Título:
Una pieza en el rompecabezas de una ciudad latinoamericana
¿Cómo puede ser entendida una arquitectura
nacional cuando la “absorción de la modernidad” nos ha llevado a no
distinguir entre una arquitectura suiza, japonesa o chilena? Rem Koolhaas[1].
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Bº Cáceres
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Hacernos esta pregunta es necesario para situar la arquitectura
latinoamericana y sobre todo la arquitectura cordobesa tomando como ejemplo
la Casa Estudio Refugio Urbano. Construida
por Berzero y Jaros, inmersa en una ciudad en la que la identidad cultural –
arquitectónica es una mezcla compleja de proyectos urbanos públicos y
privados que funcionan como un rompecabezas al que parecieran faltarle
piezas. Por un lado, por la ambición política de tratos millonarios con
empresas privadas sin regulaciones urbanísticas; y por otro por la imposibilidad económica de los privados de
contratar profesionales en la obra privada, ambos hechos y factores
convierten a la ciudad en este rompecabezas complejo. El mercado plantea
normas que juegan los grandes empresarios o sectores adinerados. En este
espacio la arquitectura se diluye,
junto a la construcción identitaria y
cultural de la que forma parte. Los modelos estereotipados de vivienda se
imponen, instalando la idea de que una persona con recursos debe construir su
casa propia con el “modelo ideal” que el mercado inmobiliario nos vende. Es
como vivir el “sueño americano”, pero en un contexto diferente, en el quien
cualquiera que camine los barrios de Córdoba se dará cuenta que en la
realidad el único sueño que se vive en las ciudades latinoamericanas es la de
una vida digna, un trabajo digno y el de tener una ciudad accesible.
“Afirmar que las ciudades deben ser competitivas no quiere decir nada, excepto legitimar las operaciones excluyentes y especulativas”, sostiene Jordi Borja[2]
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Es en este contexto, en el que el Arquitecto
Berzero construyo su vivienda sobre un galpón preexistente en el barrio
Cáceres[2], con un proceso de diseño inverso al de
construir una vivienda de cero y con una mirada compleja apostandoal diseño
sustentable reinventando el sistema constructivo tradicional con el
modo de uso del bloque cerámico. El cual mixturado con otros materiales de
construcción tradicionales, como la chapa y el hormigón y el bloque cerámico
con una composición morfológica novedosa (o ingeniosa), logrando mimetizarse
como una pieza más de la compleja trama urbana, hasta en los detalles más
impensados de las medianeras entre los vecinos y la calle. De esta manera se
inserta en un tejido residencial de clase media-baja de una manera
comprometida con el entorno, provocando una ruptura en los esquemas
estereotipados de construcción de la vivienda moderna, laque suponen la
necesidad de utilizar los mejores materiales y una idea de privacidad y
seguridad que solo se encuentran en los barrios cerrados, alejados y poco
integrados a la ciudad. Entendiendo esto como uno de los principales signos
de la función social de esta vivienda, insertada en el corazón de un barrio
humilde en el que el calentamiento social[3], se encuentra en todas las esquinas.
Esta arquitectura nos lleva a pensar trabajos como los del Arq. Togo Díaz[4], sobre la construcción de edificios en la ciudad de Córdoba, a través de un lenguaje expresivo y una composición arquitectónica volumétrica, construidos también con un material |
tradicional por excelencia como es el ladrillo,
(con los mismos materiales que se utilizan para la estructura) pero usado de
manera convencional busca con su diseño un fin trascendental. Creando una
imagen propia que arma un contexto creado por él mismo, pero abriéndose a las
necesidades y las problemáticas locales y latinoamericanas.
Tal vez, la reinvención se acerque más a como lo
hizo el Arq. Diébédo[5] en sus obras, la clínica quirúrgica leo
- centro de salud, la escuela secundaria de Dano o la extensión de la escuela
primaria de Gando, en un contexto muy distinto pero que comparten las mismas
consecuencias del capitalismo, con la inteligencia de reutilizar los
materiales más económicos y disponibles de la zona. Hasta algunos no propios
de la arquitectura -como las vasijas usadas para filtrar la luz y aclimatar
la biblioteca de la escuela-haciendo uso de los métodos constructivos de las
comunidades que lo habitan, creando así, una arquitectura comprometida con la
imagen urbana en la que se insertan.
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Destaco estos ejemplos, porque en la vivienda de
Berzero se observa una resolución en algunos puntos muy similares, y es la de
utilizar el contexto en el que se insertan de una manera muy particular a
través de los materiales usados y proponiendo una mirada a contrapelo en la manipulación del sistema
constructivo tradicional que redunda en una inédita composición expresiva.
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En cuanto a los ambientes logrados en el interior
de la vivienda, en un terreno tan chico y con unas construcciones
preexistentes, son de una gran calidad espacial. Lograda aprovechan-do parte
de lo existente, la reinvención del volumen con medianeras permeables, los
revestimientos de chapa ondulada blanca y también usando recursos típicos de
los arquitectos modernos, como el hormigón armado con dos grandes vigas que
atraviesan la casa y sostienen los dos pisos superiores creando un espacio de
luz libre de nueve metros.
Con estas características y propuestas de diseño,
la vivienda evidencia la práctica de conocimientos profesionales e
intencionados, con una resolución que logra, de una manera inteligente y
eficaz los requerimientos que esa familia necesita, proponiendo una solución
específica y no generalizada.
El
Arquitecto demuestra que se puede lograr una arquitectura que respete el
contexto en el que se inserta a través del lenguaje y la calidad de diseño,
con una propuesta puntualizada y contextualizada, utilizando los recursos
paisajísticos, urbanos y geográficos, comprometida con los habitantes de la
ciudad entendiendo sus problemáticas tanto económicas, políticas y sociales.
No creo que esta obra tenga la solución para las
problemáticas de la arquitectura en las ciudades latinoamericanas, pero si
una que demuestra poseer un compromiso y una búsqueda de soluciones para una
imagen intencionada de una ciudad. Alejada del planteo de Koolhaas, pensando
en sus necesidades y esquivando el modelo ideal propuesto por el mercado, ha
logrado transformar los problemas en herramientas para el diseño, y que la
calidad de los materiales no sea lo que cualifica la arquitectura, sino la
forma en la que son utilizados, con recursos más accesibles para las personas
que sueñan con la casa propia.
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[1]Pregunta hecha por
el Arquitecto Neerlandés Rem Koolhaas en la bienal de arquitectura sobre la
exposición de América Latina en construcción: Arquitectura 1955-1980.
Fuente http://criticadearquitectura-faudunc.blogspot.com/p/actualidad-2015.html
[2] Borja, Jordi. Revolución urbana y derechos ciudadanos. Café de las ciudades, Buenos Aires, 2014.
[2] Borja, Jordi. Revolución urbana y derechos ciudadanos. Café de las ciudades, Buenos Aires, 2014.
[2]El barrio Cáceres, es un barrio de Córdoba
Argentina bastante descuidado y con poco mantenimiento de infraestructura
urbana, cercano al centro de la ciudad y próximo a uno de los lugares con mayor
calidad paisajística de Córdoba, la cañada.
[3]Calentamiento Social. …” Significa que hay muchas familias en
Latinoamérica que el estado no le pone atención hace tiempo” … Arq. Gustavo Restrepo agosto 2013. Fuente https://www.youtube.com/watch?v=pdf0c2tx_-k
[4]José Ignacio Diaz. Arquitecto nacido en Córdoba Argentina.
[5]Diébédo Francis
Kéré.
Arquitecto Africano nacido en Burkina Faso con estudios en Berlín.
2 E4_Agustín Rennella
º Posicionamiento, intenciones y fines:
La intención del ensayo es exponer una interpretación del edificio del Campus Virtual de la Universidad de Córdoba mediante una reflexión intelectual fundamentada.
A través de un
mecanismo critico pretendo interpelar a la obra para encontrar verdades ocultas
a simple vista y así obtener una visión ontológica más completa para poder
valorar éticamente, acorde a mi posicionamiento, la calidad de diseño del
objeto arquitectónico y como éste responde a la función social para la cual fue
creado.
º Título:
También
soy un edificio, es una humorada inspirada en los dibujos del libro
“Aprendiendo de Las Vegas” de Robert Venturi, Denise Scott Brown y Steven
Izenour y su teoría sobre el rol simbólico-comunicacional del lenguaje en la
arquitectura.
Con este título
pretendo abrir el debate sobre los edificios-monumento y cuál sería el marco
ético que los avala o los condena.
El término
clave que le aporta un tono sarcástico al título es la palabra “también”. Ésta
podría ser entendida como “así mismo” o “igualmente” pero la traducción que más
se ajusta a mis intenciones sería “en añadidura”, indicando que el carácter de
edificio (entendido como un objeto habitable) es un aspecto secundario de esta
obra.
También soy un edificio
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Ambas aspiraciones son muy diferentes entre sí y a priori
no serían complementarias. Supone un esfuerzo de diseño muy grande aunarlas en
su justa medida y la evidencia nos lleva a preguntarnos qué aspectos de esta
obra se condicen con el cambio de paradigma. ¿La obra logra reflejar la función
de vanguardia en su interior mediante su imagen constructiva y tecnológica,
como sostiene Mcluhan, o es más bien solo un medio para satisfacer necesidades
simbólicas conmemorativas y de puerta? Y
si ese fuera el caso, ¿se justifica la inversión de casi 80 millones de pesos
para un cartel de bienvenida?
El edificio
demuestra decisiones de diseño regidas por intenciones comunicativas al mejor
estilo de un monumento venturiano. Al parecer éstas primaron por sobre la
función que alberga en su interior y habrían condicionado el proceso proyectual
al punto de definir concretamente la obra mediante el lenguaje, el cual
determina directamente la imagen del proyecto.
A la hora de
diseñar la organización funcional, los autores optaron por el apilamiento
vertical de convencionales plantas libres, para conseguir un objeto alto que se
eleve sobre la vegetación y, con el objetivo de hacer un edificio lo más
pregnante posible, tomaron la decisión lingüística de reformular una forma
moderna pura y simple -como lo es un cubo blanco a una escala monumental- de manera tal que contraste con el entorno y
llame la atención de los transeúntes.
De esta
espacialización sería cuestionable que las computadoras de alta prestación, que
conforman el centro de procesamiento de datos de la prosecretaria de
informática, el verdadero corazón del proyecto, no se encuentren en el
edificio, sino que están ubicadas en el Data Center, un edificio apéndice
independiente e inconexo. Esto ocurriría porque el proyecto no partiría de una
búsqueda comprometida con su función vanguardista, sino que resultaría de
decisiones que tienen que ver con los anhelos expresivos del edificio que, al
parecer, quiere ser visto desde afuera para marcar el portal a ciudad
universitaria.
Pero por otro lado al trabajar con tecnología y
materiales locales, como el hormigón visto en la estructura, y un doble
cerramiento de vidrio y metal perforado en la envolvente exterior, el edificio
busca cumplir con las premisas de sostenibilidad ambiental.
La piel metálica separada de la carpintería contribuye al
control climático del edificio ya que funciona como un filtro ventilado que lo
protege de la incidencia de los rayos solares, mejorando así la eficiencia
energética del proyecto. Esta pasarela que rodea el perímetro del edificio en
todas sus plantas es destacable, porque este espesor habitable puede usarse
como un espacio técnico para limpieza, mantenimiento del edificio, o de
expansión para los usuarios.
Además esta piel metálica, bajo la luz del sol, hace que
se vea como un volumen sólido, pero de noche la luz del interior toma
protagonismo haciendo que la fachada se vea translúcida. Este simple gesto
habla de un sabio manejo de los materiales en el sentido estético y funcional,
que acercaría al sentido de cambio de paradigma de la obra.
La estructura
independiente posibilita un modelo de planta libre dando como resultado un
espacio flexible de identidad genérica que resulta enriquecido mediante el uso
de recursos modernos como dobles alturas, balconeos y una rampa de acceso desde
planta baja que favorece el flujo de movimiento de las personas y la conexión
con el espacio público. Aun así, a pesar de que la calidad resolutiva de esta
obra denota mucho profesionalismo por parte de sus autores, hay que reconocer
que su propuesta reflejaría en algo el cambio de paradigma, con los recursos
para doble efecto -día/noche-, ya que este efecto y recursos espaciales y
materiales responden a la arquitectura moderna.
Remitiéndonos al
texto “Dialogo ficticio: Para una teoría y una ética del artefacto” de Rafael Iglesia
[7] (basado en los escritos de Mario Bunge), sería lógico valorar a los
edificios, más allá de su utilidad y apariencia, teniendo en cuenta si ocultan
o no desatinos o imprecisiones en sus encargos y su diseño. Debemos
preocuparnos para que éstos, sobre todo si se trata de edificios públicos,
persigan el bien común para que los seres humanos nos desarrollemos,
interactuemos, convivamos y nos expresamos libremente, preservando el
medioambiente que nos rodea y el manejo eficiente de los recursos que demanda
la construcción. Que las obras de arquitectura nos beneficien o perjudiquen
depende del uso que les demos y de nuestras intenciones previas a su ideación,
diseño y proyección.
Espero persuadir a los arquitectos, y a todos
los agentes que toman decisiones de relevancia para la ciudad, para que
recapaciten y no levanten edificios (o monumentos) que representen inversiones
millonarias de no ser estrictamente necesario, y mucho menos que utilicen
acontecimientos para justificarlos. Nuestra realidad socioeconómica (con más
carencias que abundancias) no nos permite el despilfarro de nuestros recursos.
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Una realidad
totalmente opuesta a lo que imaginaban los miembros del grupo Archigram cuando
irónicamente diseñaban la “Plug in city” poniendo énfasis en el rol de la
infraestructura y los componentes físicos de la ciudad. Un enfoque nuevo y
fascinante para la época, puesto que entendía la urbe como una mega estructura
en constante evolución a la que se le iban “enchufando” residencias y
servicios.
En aquel entonces
la imaginación estaba concentrada en el hardware urbano, pero los avances
tecnológicos de los dispositivos en materia de software son los que han
revolucionado la ciudad. Con palabras del mismo Mcluhan podríamos decir que:
“Todos
los medios son prolongaciones de alguna facultad humana, psíquica o física. (…)
La tecnología es una extensión de nosotros mismos ya que el hombre, tras
implementarla, se ve envuelto en ella y le es complicado reconocer su propia
forma. (…) Los medios, al modificar el ambiente, suscitan en nosotros
percepciones sensoriales de proporciones únicas. La prolongación de cualquier
sentido humano modifica nuestra manera de pensar y de actuar porque previamente
ha modificado nuestra manera de percibir.” [2]
Estos avances han
provocado cambios tan profundos en el modo de vida de los usuarios, que pueden
verse traducidos en las nuevas formas de apropiación del espacio público o,
mejor dicho, en las nuevas formas de desapropiación.
Hoy en día, el
espacio concreto como medio posibilitante del intercambio humano de cualquier
índole, ha quedado obsoleto. Las relaciones sociales se dan a través del
espacio virtual por lo que sería más correcto denominar a la urbe posmoderna
como la “Plug me in city” en vista de que somos nosotros quienes nos enchufamos
a la ciudad desde nuestros introvertidos habitáculos conectados a internet para
socializar, tramitar y consumir.
En este contexto y
en la ciudad de Córdoba, por la conmemoración del centenario de la Reforma
Universitaria, en junio del año 2018, quedaron inauguradas las obras que forman
parte del “Portal del Centenario” en el ingreso a Ciudad Universitaria por el
Boulevard Chacabuco.
Comenta el
arquitecto Ian Dutari, titular del área de planificación estratégica
institucional de la Universidad Nacional de Córdoba, sobre el Portal del
Centenario de la Reforma Universitaria:
“La
idea es construir un portal constituido por tres edificios que es la bienvenida
y la cara visible de la Ciudad Universitaria para con los habitantes de su
ciudad. (…) En el centro de esta puerta hemos construido un monumento que
reconstruye la foto icónica de 1918 donde se puede ver a los estudiantes
tomando el viejo rectorado. Hacia el oeste se encuentra uno de los edificios,
la sede de la Federación Universitaria de Córdoba es decir la Casa de los
Estudiantes y hacia el este se ubica el edificio del Campus Virtual.”[3]
Las nuevas
edificaciones que conforman el portal suman una superficie aproximada total de
5.100 m² y una inversión -proveniente de las arcas públicas- que superó los 77 millones de pesos.[4]
En una época donde
claramente el espacio construido está siendo sustituido, el edificio del Campus
Virtual resulta paradójico porque, está
dotado de una imponente presencia corpórea, destinado a constituir un portal
físico de ingreso a la Ciudad Universitaria, pero no propone en su interior el
encuentro de los individuos cara a cara en un espacio determinado, sino que
habilita la participación de los miembros de la comunidad educativa en el
escenario virtual que responde al paradigma tácito de la informática. Aunque lo
paradójico lo hace muy actual.
Se supone que este objeto arquitectónico deriva del
encuentro entre las crecientes necesidades educativas de la población
universitaria y las nuevas tecnologías aplicadas a la transmisión de
información. La Universidad Nacional de Córdoba afirma que:
“Cada vez son más
numerosas las demandas de formación y la educación presencial no puede
satisfacer todas las necesidades. A ello se le suma la capacidad que hoy
tenemos de utilizar los recursos tecnológicos y de multimedia para acercar a
toda la población, independiente de su localización geográfica o situación
socioeconómica, los contenidos académicos necesarios para el desarrollo de su
profesión, oficio o actividad.”[5]
La necesidad
constituye de por sí un problema cuya resolución tiene que ver con cómo será
ese edificio y cómo se lo puede construir. Pero, de todas las formas posibles
que pudo haber sido, ¿por qué fue así y no de otra manera? ¿A qué responde
concretamente su diseño?
El arquitecto
Daniel Huespe, uno de los autores del proyecto del edificio del Campus Virtual,
nos explica que:
“Este proyecto fue
realizado a través de un concurso público nacional y la idea fue generar un
icono basado en la reforma universitaria de 1918 (…) que en ese entonces fue un
cambio de paradigma de la educación y esta obra, cien años después, también
significa un cambio en la manera de enseñar, ya que responde a una educación
virtual.”[6]
Su discurso, al igual que el de Dutari, inicia atribuyéndole el punto de partida del proyecto a la premisa de crear un nuevo referente para la comunidad de cara al nuevo paradigma de la educación virtual. Eso nos indica que, en realidad, este edificio sirve a un doble propósito: por un lado, debe funcionar como la sede de producción, gestión y administración de material audiovisual educativo destinado a una comunidad que accederá a él mediante un espacio en Internet, y por otro debe consagrarse como un hito urbano que enmarque la entrada a Ciudad Universitaria conmemorando un acontecimiento histórico. |
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[1]. Roberto Fernández, “Marshal
Mcluhan: Arqueología de la ciudad mediática”, Revista Summa+ 159, Argentina,
2017, página 131.
[2].
Marshall Mcluhan, “The Medium is the Massage”, Estados Unidos, 1967,
páginas 26 y 41.
[3].
Canal U, “Ian Dutari por la inauguración del Portal del Centenario,
Campus virtual y Casa de los Estudiantes”
(https://www.youtube.com/watch?v=dH7YAkBANO4),05 de junio de 2018.
[4].
https://centenariodelareforma.unc.edu.ar/2018/06/06/, 06 de junio de
2018.
[5].
Campus Virtual UNC, “UNC-Campus Virtual”
(https://www.youtube.com/watch?v=cezSLdhsKPI&feature=), 15 de agosto de
2018.
[6].
Canal U, “El Portal del Centenario de la Reforma en la UNC (Parte ll)”
(https://www.youtube.com/watch?v=muDz7RU8RM0&t=),05 de junio de 2018.
[7].
Rafael E. J. Iglesia, “Dialogo ficticio: Para una teoría y una ética
del artefacto”, Revista Summa+ 129, Argentina, 2013, páginas 118 y 119.
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