por Resolución Nº 169/13
Arq. Jorge VIDAL
INTRODUCCIÓN
Hoy,
la realidad de la ciudad y de la arquitectura, muestra en muchos casos escenarios estético-prácticos para la vida de las personas, poco satisfactorios.
¿Sería
esto, una consecuencia de una dinámica urbana ’desbocada’ que ampara las
inversiones especulativas de los desarrollistas, la malversación del erario
público por parte del estado porque se invierte en obras que no zanjan las necesidades
básicas endémicas o directamente antojos personales? ¿de intereses
deshonestos y manipulaciones anticomunitarias en ambos bandos, públicos y
privados, en los cuales siempre están involucrado arquitectos? ¿o simplemente una consecuencia del escaso
debate o desinterés por estas cuestiones en los ámbitos disciplinares en
favor de un formalismo proyectual descomprometido?
No
obstante, frente a este panorama, existen intervenciones atinadas que
contrastan con aquellas, poniendo más en evidencia dicha situación, pero por
otro lado la capacidad de reflexionar que poseen quienes las proponen.
Este
planteo nos muestra la necesidad a
repensar críticamente los alcances de la ‘institución arquitectura’ y
de los asuntos que a ella incumben. Convencidos de que a la enseñanza pública
de la arquitectura le corresponde comprometerse con esa realidad marcando el
rumbo para salvar los obstáculos que imposibilitan la calidad de diseño y la función
social de la arquitectura, que en última instancia desvirtúan el juego de la
democracia que garantiza una vida
justa y digna para todos los ciudadanos.
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Un canal fundamental para ese logro es la interpretación crítica, planteada desde la reflexión personal enmarcada en una realidad cultural y social concreta, en el concierto mundial
enfocado desde Latinoamérica-Mercosur, Argentina y Córdoba. Persuadidos de que
este marco americano en el cual se inserta nuestra realidad local es el ideal
para llevar a cabo una crítica de tenor social, necesaria en todos los ámbitos
y particularmente en el educativo, el de la investigación y el de la profesión.
Así entendemos el fundamento sobre el que intentamos formar profesionales o docentes-investigadores
según dice la currícula de la carrera: ‘…[con] un pensamiento crítico, científico y
creativo…, y una visión sociopolítica para abordar el análisis y la práctica
profesional… evaluando la
manifestación local de los problemas globales’, que les posibilite contar
con la capacidad de insertarse en esta
sociedad y cumplir un servicio acorde al espíritu de una universidad pública.
Si tenemos claro esto, es más fácil llevar adelante la crítica como herramienta
metodológica para producir el cambio
como alternativa para la superación.
Es así que, teniendo
en cuenta los lineamientos del Plan de Estudios de la carrera y el papel que
juegan las ciencias sociales en él, esta materia apunta directamente a los puntos que tienen que ver con al rol social que debería cumplir el
arquitecto y su obra, entendida como fenómeno
creativo de la construcción del hábitat humano.[1]
FUNDAMENTOS
Enfocar
la crítica de arquitectura desde la ética, política y ciudadanía, más allá de
su espacialidad y materialidad constructivo-expresiva, hoy es indispensable
para indagar sobre la toma de decisiones
que se hacen en la arquitectura en tiempos de incertidumbre, de crisis de
valores y de rápidos cambios y de verdades o certezas más provisorias que
nunca, porque creemos que es la manera atinada para discernir el camino y los
rasgos adecuados de las intervenciones comprometidas con un fin importante de
la arquitectura: la función social. De ahí la necesidad de la dimensión socio-política para la toma
de decisiones para: ‘cuidar al ciudadano’, aprender a decidir para saber
cuidarlo.
En
ese sentido la crítica como acción del intelecto, que opera como mecanismo
conceptual para discernir en cualquier campo cultural, en el de la arquitectura
es indispensable; pues sirve para decidir
sobre la manera de crear y construir el hábitat de las personas de la mejor manera. El
decidir implica emitir juicios valorativos sobre las cosas, y para ello conocer
sobre el tema-problema para una elección atinada que asegure un buen hábitat
para la comunidad.
Constituida
como materia electiva con la intención
de capitalizar los contenidos desarrollados en las ciencias sociales –Teoría y Método e Historias 1, 2 y 3–
como corolario del aprendizaje y construcción de la propia argumentación y
proceso de diseño de cada alumno en sus fases finales, profundizando en las
distintos episodios en donde aparece la crítica como herramienta de juicio para
resolver problemas o develar ideas y fundamentarlos.
También
cabe resaltar en esta dirección, que la crítica en cuanto tal, siempre está
ligada a los procesos de evolución de
las estructuras sociales, y en la de
sus hechos culturales, particularmente en los construidos para las moradas del hombre, tanto privada como pública desde la vivienda
hasta las instituciones, desde el edificio a la ciudad.
Ahora
bien, dentro de esta visión sociológica y culturalista, su justificación cobra
más sentido aún, si se considera la relación entre reflexión crítica, memoria e ideología, ya que los resultados de esta combinación condicionan
acontecimientos que se transforman
en hechos causales del estado del mundo y la arquitectura hoy.
Comprender los procesos sociales que han
derivado en los eventos del presente
y decidir las alternativas que condicionarán el futuro, es el papel que nos
interesa de ella, si nos asumimos como partícipes
activos en la crisis actual.
Por
otro lado, si hablamos de proyección al futuro y su relación con la historia –retomando
lo que Eric Hobsbawm piensa de la historia– también a la crítica la entendemos por su potencia transformadora como herramienta de cambio social, reconociendo
su importancia en la formación de futuros profesionales
comprometidos con la sociedad a través de su arquitectura. De ahí que por
la responsabilidad y compromiso de quienes la dictamos y las posibilidades que
se nos abren frente a los problemas actuales, sería atendible intentar poner en
práctica lo que Marx dijo de los filósofos: ‘hasta ahora se han encargado de interpretar
el mundo y de lo que se trata es de transformarlo’.
Por
ello nos interesa aplicar la crítica en relación a las problemáticas actuales, en
los asuntos y mecanismos que desempeñan un papel determinante en la evolución
de las sociedades y sus productos culturales, en la de sus arquitectos y sus
arquitecturas. Entendidos según las de ‘las lógicas del capitalismo avanzado’ de acuerdo al ‘giro cultural’ que nos pro-pone Jameson, a partir del ‘giro
lingüístico’ del pensamiento de Rorty, que abrió el debate
modernidad-posmodernidad; o según Bauman como las de la ‘modernidad líquida’, o Hobsbawm como los resultados culturales del
desarrollo socio-político del ‘siglo XX
corto’. Como se ve, todos esos planteos nos remiten directamente a problemas sociales ligados, ya sea en
la 1ª o 2ª parte del siglo XX, a la situación del capitalismo y su relación con
lo político-ideológico, impulsados por los avances científico-técnicos y de
producción. A su vez todo cobrando vida mediante los mecanismos de interpretación de la realidad y maneras de
comunicar y legitimar los discursos de ‘verdad’. Ésta es el enfoque de la
mirada crítica que nos interesa realizar de los arquitectos y sus
arquitecturas, en tanto espacio-función-lenguaje, espacio-forma, forma-mate rial-significado,
lenguaje-material-producción, lenguaje-arte-ciencia, relación con el entorno.
También
este planteo, nos remite al cuestionamiento de la racionalidad histórica que
hace Foucault, al sostener que ese desarrollo racional de la historia ya no es
arquetípico, sino que se trata de un ‘culturalismo histórico relativista’ que
está sujeto a los avatares de fuerzas de control que dependen de
los sistemas
de poder que operando en todos los niveles de cualquier ámbito, son
capaces de condicionar las expresiones
culturales. De ahí que sus análisis se basen en el estudio de las prácticas
y no en la de los productos, en nuestro caso en las prácticas proyectuales que
llevan a la obra. Es decir, en el estudio crítico de lo que estaría regulando
las prácticas o procesos proyectuales, y de lo que estaría legitimando en
un autor el emerger una idea que
luego se concreta en el discurso
expresivo de una obra, teniendo en
cuenta que nos interesa el compromiso social del arquitecto sin escindir nunca
esa función de sus búsquedas innovadoras.
Está
claro que hoy el sistema económico globalizado y ‘desbocado’ regula y controla
en muchos casos las prácticas cuyos objetos y acontecimientos producidos
terminan siendo las expresiones de ese poder.[2] Y sus discursos
promulgan unas verdades propias que legitiman el ejercicio de
ese tipo de ‘control social’, el
cual puede estar abalado institucionalmente desde las altas esferas
gubernamentales o desde la ideología del autor. Los arquitectos y sus obras
nunca han estado fuera de estas condicionantes, sino que son partes funcionales
de ella, por eso nos interesa dilucidar más allá del mero análisis
arquitectónico dentro de la autonomía disciplinar, usando la crítica de
arquitectura como una herramienta de cambio para el diseño.
Convencidos
entonces, de que la arquitectura es un
producto cultural y una creación personal sujeta muchas veces a los vaivenes
personales y a los del sistema del poder y no un hecho fortuito, como tal,
tiene que ver con los procesos de construcción permanente de las identidades. Y si nos interesa que ella
sea una propuesta responsable con el medio socio-ambiental -particularmente el local-, es fundamental
fomentar que la consciencia ciudadana
comprometida forme parte
constitutiva del proceso de diseño del futuro arquitecto, para enfrentar y
resolver con sus propuestas de diseño el momento histórico coyuntural global
que estamos viviendo.
Por
todo lo expresado, nos interesa profundizar en la interpretación crítica de una
práctica proyectual propia de la persona del arquitecto, con cuya obra propone
una respuesta original a un problema preciso acorde a su responsabilidad como
actor político, como ciudadano. Es decir que más allá de la calidad de su
capacidad creativa, el compromiso social siempre debería estar presente, dando
una cabal respuesta a esos problemas en función de unos intereses comunes. En
este sentido nuestra intención es evitar que en nuestra región UNASUR, MERCOSUR (o de la reciente SELAC), se actúe como cipayos de las estrellas de la arquitectura internacional o modos
de vida de quienes no consideran los problemas sociales y ambientales de las
particularidades de los diferentes grupos humanos y del planeta. De esta
manera, estaríamos evitando que las mismas se constituyan en un modelo a copiar, sin ser
críticamente reelaboradas según sus fundamentos
ideológicos.
En
función de lo anterior, nos interesa fijar como,
OBJETIVOS
Dada
la posición de la materia en la currícula de la carrera, como electiva en nivel
V, tiene como meta general dar un paso más en el desarrollo del proceso
realizado en las materias de ciencias sociales –Historias y Teoría y
Método– intrincadas con las de diseño –Arquitecturas y Urbanismos, entendemos que las demás asignaturas quedan englobadas en las órbitas de éstas–
para reforzar la línea marcada por el Plan de estudios: la visión sociopolítica, pensamiento crítico y compromiso social que hoy debe ser socio-ambiental.
Compromiso
social que implica ser un ciudadano habilitado para actuar en democracia. Democracia que conlleva la multiplicidad de ideas, el respeto hacia lo otro y el otro y la
posibilidad de disentir. Ya que para actuar en ese marco con idoneidad, es
necesaria la responsabilidad, puesto que
no solo alcanza con creatividad
intuitiva sino también debe ser en algún punto del proceso cabalmente
pensada; pues la intuición sola, no siempre asegura que las propuestas
arquitectónicas sean una solución justa a las necesidades de
los ciudadanos.
En
ese sentido, la meta también encierra la preocupación acentuar el vinculo que existe entre los distintos niveles de la crítica y el propio proceso de diseño, en sus últimas etapas
de formación. Pues saber delinear la problemática dentro del contexto histórico
y político-social, implicaría cómo y qué tipo de datos y factores son
imprescindibles manejar además de los propios de la disciplina.
En
consecuencia se propone como objetivos:
GENERALES
. crear un otro ámbito para pensar y poner en discusión los temas
inherentes a la arquitectura actual,
. construir una mirada desde el sur
. consolidar una postura ideológica
propia frente a la cultura
proyectual contemporánea
. para superar la mera opinión con una crítica fundada
. para superar la mera opinión con una crítica fundada
. sentar el debate de lo que significa
formarse hoy como profesional en una universidad
pública, implica dos cuestiones:
1)
.
contemplar las relaciones que se dan entre arquitectura
y política (‘situaciones de vida’)
. promover el rol del arquitecto como agente político
. promover el rol del arquitecto como agente político
.
asimilar el compromiso socio-ambiental
que hoy debe asumir el arquitecto
2)
.
indagar la arquitectura actual, para
develar y evaluar los orígenes y mecanismos de las ideas o argumentos que legitiman sus innovaciones, adoptadas para
solucionar problemas de habitabilidad compleja
en un contexto y circunstancia precisos
.
entender la crítica de arquitectura
como una instancia fundamental en el proceso de diseño, para ser manejada como herramienta deliberada de cambio social y de animación creativa, de acuerdo
al mecanismo cíclico y entrópico de: acontecimiento-necesidad / problemas-soluciones-consecuencias, aunque hoy ya no entendidos desde una ininterrumpida ratio positivista
PARTICULARES
.
comprender que la arquitectura
innovadora debe ir mucho más allá de sus parámetros ineludibles de
localización, espacio-funcionales y constructivo-formales, considerando otros
fines como la función social y el impacto medio ambiental, según un tipo
de correlato ideológico a fin
.
captar al espacio público urbano
como paradigma de la vida en comunidad y
en democracia, el compromiso del
arquitecto frente al mismo, y el sentido
ideológico que guardarían sus significados
.
profundizar en el pensamiento
analítico-interpretativo y saber expresarlo y aprovecharlo como punto de vista crítico y autocrítico
para aprender de los errores y potenciar los aciertos [reivindicar el
derecho a equivocarse en un sistema que solo contempla los logros]
.
saber diferenciar las necesidades reales
de las que no lo son [de las inventadas por alguna razón]
.
entender en el proceso histórico el siglo XX, que llevó a la dualidad
consecuente modernidad-posmoder nidad,
las influencias de las corrientes de arquitectura que presionan lo local: el porqué
de los acuerdos y desacuerdos, y el cómo de la resistencia o aceptación
.
indagar en los recursos lingüísticos
de la arquitectura sabiendo que el lenguaje vehiculiza sentidos y construye discursos, y entender que
es posible manipularlos en función de
unos intereses
.
manejar el campo de las relaciones de
poder cuyo discurso político-económico puede trasmitirse con el lenguaje
arquitectónico
.
penetrar la personalidad de los
arquitectos intentando conocer el fundamento
de sus posturas e ideas, para discernir el tipo de compromiso frente a las necesidades de la sociedad y el medio.
Comprender cómo su actitud e intenciones
[voluntad], pueden con su obra, ser o no funcionales a distintos fines:
personales, sociales, del poder político-económico u otros.
[1] Los fundamentos
y objetivos para esta materia se ciñen al marco del Plan de Estudios 2007,
cuyas ideas propuestas para el Perfil del egresado sostienen que, “…la preparación para el ejercicio de la
profesión…, se desarrolla en el marco de la libertad ideológica, política y
religiosa. El aprendizaje se orienta hacia una formación humana integral, que
contribuya a la evolución de la sociedad, al desarrollo del país y de su
región.” De ahí que “La tarea de
producción del espacio habitable –asignada por la sociedad al arquitecto–…
requiere compenetrarse de la trascendencia del servicio que brinda a la comunidad.” A continuación en
Formación Ética, se dice que el arquitecto deberá, “… aplicar sus conocimiento y ponerlos al servicio de valores humanos.” Y eso implica: “integridad, responsabilidad, independencia de criterio, solidaridad,
entre otros.” Lo que lleva a guardar: “Respeto
por el ser y por la vida humana, por la cultura (…). …rechazando toda forma de
condicionamiento y manipulación cultural. Respeto por el derecho de todo
ciudadano a usufructuar del espacio público. Respeto por patrimonio construido
y por la memoria histórica de la que el mismo es portador… Capacidad para respetar la naturaleza y para
contrarrestar los efectos nocivos que puedan tener su origen en la práctica
profesional.” [Ver, Plan de Estudios 2007. II.I Perfil del
egresado y formación ética. pp16 y 17]
Y en los Objetivos generales de la carrera se lee: “Examinar la cultura como bagaje
histórico social [para] adaptar las nuevas técnicas [nueva arquitectura] a
la identidad de las comunidades en las que actúa. Interpretar la arquitectura como parte de la cultura, como reflejo
de su pensamiento relativo… Aportar acciones en tanto gestor del
desarrollo y partícipe en la
transformación que la sociedad requiere. Desarrollar una visión sociopolítica para abordar el
análisis y la práctica profesional,… (…) …promover un pensamiento holístico e integrador. Desarrollar un pensamiento crítico, científico y creativo
que permita la lectura de la realidad (…), a efectos de plantear (…) nuevas
propuestas que reinterpreten su lenguaje y significado articulándolo
coherentemente con lo preexistente.”
[Ver, Plan de Estudios 2007. II.3 Objetivos generales de la carrera.
p19. Además estos puntos del PdeE están en consonancia con los temas propuestos
para los debates desarrollados en las reuniones de TOdA la FAUD 2012 y los
Cursos de Articulación Curricular realizados durante el 2011].
[2] Ver José Feinman, La
historia desbocada, CI, Bs. As.; y Bleger y otros, Crisis global: una mirada desde el sur, CI, Bs. As., 2009.